¿Sabes cuál es la palabra que más le gusta escuchar a tu cliente?
Llamar a una persona por su nombre es una táctica tan sencilla como eficiente para ganarte la simpatía de un cliente y conseguir que preste más atención a tus palabras. Te contamos cuál es el efecto que puede producir en un cliente la escucha de su nombre y cómo no olvidarlo.
Sin embargo, por habitual que sea olvidar los nombres, ello no quita para vernos envueltos a veces en situaciones embarazosas que desluzcan un encuentro interesante. Según la filósofa y experta en aprendizaje social y emocional Elsa Punset, “los neurólogos ven que cuando llamas a una persona por su nombre, su cerebro se activa de forma más pronunciada”.
Existen una serie de trucos para evitar estas situaciones y conseguir que el nombre de una persona pase de la memoria a corto plazo a consolidarse en la de a largo plazo. Son estos:
-Repetir o deletrear el nombre de la persona. Si es un nombre extranjero podemos invitar a que nos digan cómo se escribe. Si no te has enterado muy bien o te das cuenta de que ya lo has olvidado, puedes pedir que, por favor, te lo repitan porque te ha pillado despistado.
-Cuéntaselo a otro. Un estudio de la Universidad de Montreal ponía de manifiesto que, más eficaz que repetir las cosas en voz alta para recordarlas, es hacerlo en un contexto comunicativo. Es decir, diciéndole a alguien cuál es el nombre de esa persona que acaban de presentarte.
-Asocia el nombre con algo conocido. Elsa Punset pone ejemplos como asemejar los nombres a otras personas que ya conoces o relacionarlas con algo que te resulte simpático o familiar. Puedes también quedarte con algún rasgo físico que te llame la atención, sin necesidad de pronunciar la asociación en voz alta.
-Motivarte: Según Elsa Punset, la razón de fondo por la que no recordamos los nombres es porque no nos interesa demasiado, así que conviene hacer el esfuerzo escuchando, primero, y recordando, después.
-No abuses. Y si es cierto que resulta agradable darte cuenta de que han sido capaces de retener tu nombre, también puede resultar enojoso que lo repitan en cada frase. El riesgo es transformar esa sensación de exclusividad inicial, en la de objeto de deseo para la venta o la persuasión.

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